Consejo Nacional de Confraternidades de Pastores Evangélicos.

En el Consejo Nacional de Confraternidades de Pastores Evangélicos (CONACOPE), queremos denunciar la intervención malsana de la Organización de Estados Americanos (OEA), de atentar contra la libertad y valores de las familias dominicanas al tratar de imponer ideologías extranjeras que nada tienen que ver con nuestra cultura y nuestros principios morales.

Hemos tenido acceso a información de que la OEA en su próxima 52 Asamblea General, busca consensuar el apoyo de los países miembros en contra de la legislación nacional dominicana. A la vez que rechazamos las pretensiones de los señores; el Representante permanente de la Republica dominicana ante la OEA el señor Embajador Josué Fiallo y la Sra. Maira Jiménez Ministra de la mujer de votar a favor del aborto.

Este organismo multilateral sigue presionando al gobierno dominicano con el único fin de propiciar apoyo a la inclusión de aparentes derechos sexuales y reproductivos en la educación y la salud de niños, niñas y adolescentes que incluyen el aborto. Hacemos un llamado al presidente Luis Abinader para que no se deje presionar por ningún organismo sea foráneo ni grupos mediáticos en la Republica dominicana.

Queremos ser enfáticos en señalar que tales pretensiones son contrarias a la legislación y al sentir del pueblo dominicano que es cristiano y con una formación de estructuras familiares conformadas por papá, mamá y los hijos que es como únicamente se puede procrear y educar de forma sana y con salud mental y espiritual.

Condenamos de igual modo, la pretensión de que se promueva el principio de autonomía progresiva para los niños, con lo cual se elimina la patria potestad constitucional que tienen los padres sobre los hijos. Esto bajo el argumento de un falso alegato de proveer educación sexual integral, se promociona la sexualización de los menores, incentivando la pedofilia y la pederastia.

En ese sentido, hacemos un llamado al Gobierno y a la sociedad en sentido general a que no permitamos que ningún organismo internacional nos imponga la forma en cómo eduquemos a nuestros hijos, ni lo que vamos a poner en práctica como forma de vida y de conducta en nuestras sociedades.